noviembre 24, 2024

Los hilos del poder

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DESTINO INSEGURO

Cuauhtémoc Ramos Escobar

La polémica si Mazatlán es un buen destino, y sobre todo seguro para vacacionistas, en el entendido que le fue retirada la alerta de alto riesgo, para los gringos y canadienses dispuestos a visitarlo en la actual temporada turística, por la baja en los índices de violencia, se toma en cuenta como una intención oficialista, pero no es lo suficientemente aceptable.

Desde el punto de vista del gobierno lo es, en boca del mandatario Mario López Valdez y de la secretaria de Turismo en el estado, Oralia Rice Rodríguez (por cuestiones de aritmética), no obstante que los homicidios han disminuido como lo presume la estadística oficial, la violencia tiene patente de corso en la región y el municipio y no digamos en el estado.

Sin embargo, a la par de las declaraciones oficiales, se emiten otras voces discordantes, como lo concibe Rafael Rivera, apuntando que Mazatlán no puede ser la excepción si geográficamente se localiza en una entidad donde la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado han sentado sus reales, a menos que de manera impropia e irresponsable se nieguen los hechos delictivos.

Y cuando en ocasiones, muy repetidas por cierto, se hace alarde del avance del combate a la delincuencia, el día menos pensado, pero ciertamente ante la inminencia de lo que pueda suceder, el crimen de alto impacto cobra presencia, aunque sorpresivo, por su frecuencia ya no es causa de asombro para los sinaloenses, y millones de mexicanos que han visto morir a miles en miles de atentados en este gobierno.

Lo que pasa en el norte de la entidad donde es más alta la incidencia criminal, como en el centro del estado, el sur de la región, no está exento, cuando decenas de familias abandonan sus comunidades de origen, ahuyentados por la violencia para encontrar resguardo en poblaciones que consideran de mayor seguridad para su integridad.

El alcalde concordense José Eligio Medina Ríos, que presumía como libre de toda violencia al municipio que gobierna, casi al grado de inmune al delito, el abandono de los moradores de las comunidades alteñas y la emboscada y muerte de la víctimas que acudieron a una fiesta en la comunidad de Las Iguanas, son hechos que después de ellos no puede decir lo mismo.

Este mismo año, en el mes de agosto pasado, el alcalde mazatleco Alejandro Higuera declaró que el municipio no contaba con reserva territorial para familias de la zona rural, desplazadas por la violencia.

Y en Mazatlán, cuántas familias han abandonado las poblaciones serranas de la sindicatura de la Noria, y muchos de ellos han sido ultimados a balazos, aquí, en el puerto. El hecho de afirmar que Mazatlán no es violento, no quiere decir que no lo sea, lo es porque siempre están matando gente, aunque el común denominador como lo maneja el gobernador Mario López Valdez y su secretaria de Turismo, Oralia Rice Rodríguez, lo minimizan. Se entiende.

La razón es muy sencilla, pues, se trata de cuidar a Mazatlán, y su imagen como destino turístico, no solo por lo que tiene y en recursos posee, sino por el potencial de infraestructura y lo que en el presente y futuro representa esta actividad, de la industria sin chimeneas, y las inversiones que de ella se derivan.

Se añoran los cruceros de turismo marítimo y su gran derrama de millones de dólares que anualmente dejaban a Mazatlán, y se ausentaron por el nivel de violencia y no se resuelven a regresar. En dos años de gestiones el gobernador Mario López Valdez no alcanza ese objetivo.

Botones de muestra…

En los últimos días la violencia dejó evidentes botones de muestra:

1).- El asesinato de dos policías estatales que custodiaban la seguridad de los topógrafos del Registro Agrario Nacional, que realizaban estudios de afectación a comuneros de la presa Picachos, aquí en Mazatlán.

2).- El enfrentamiento de un grupo de sicarios con elementos del Ejército donde la reina de belleza Sinaloa 2012 que acompañaba al grupo delincuencial murió, al igual que un militar y dos pistoleros, en El Palmar de los Leal, municipio de Mocorito.

Veredes pues… cosas veredes.