Cuauhtémoc Ramos Los hilos del poder Mayo 10 de 2022 Mazatlán, Sinaloa, Mex.
Encomendarse a Dios y venirse a su tierra fue la decisión ´posible (y última), de Luis Enrique Ramírez, que después de ausentarse por tanto tiempo regresó para quedarse y ocupar finalmente la tumba del destino fatal que lo esperaba.
Por qué se vino a Culiacán si tenía todo para triunfar en la Ciudad de México, y casi lo había logrado.
Era de los mejores en el periodismo cultural de entre varias generaciones, escribió en su blog, su amigo Braulio Peralta.
Pero afirma que eso no lo dice él sino lo dice la lectura de dos de sus únicos libros: La muela del Juicio y la Ingobernable.
Entre las cualidades que Braulio Peralta le reconoce es que en una entrevista podía sacar lo mejor y peor de un artista.
Peralta dice que dejó el periodismo cultual donde fue todo, menos del montón.
De lo que le había pasado a su amigo, Braulio Peralta escribió: No me gustan las tragedias.
La vida se encarga de que lo sean.
Cuando uno muere hay que dejar descansar a las almas que parten.
Luis Enrique Ramírez era de un talento singular en el periodismo cultural.
No despegó pero todos sabíamos que era uno de los mejores. Pero sobre todo poseía el don de hacer reír. El sufría pero nos hacía reír a quienes lo conocimos.
Siempre intenté se su amigo y solo hasta el final lo logré, cuando pudimos perdonar nuestros errores mutuos.
Hay fe de su trabajo en lo realizado en La Jornada, con enorme acierto. O en los atisbos, que sobre Elena Garro podemos encontrar en su libro La Ingobernable.
Réquiem al periodista Luis Enrique Ramírez. Descanse en paz
Veredes pues… cosa veredes.