noviembre 22, 2024

CUADRANTE

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“La práctica debe siempre ser edificada sobre la buena teoría”, solía decir Leonardo da Vinci.

Esto parece ser lo que en su tarea futura propone, para servirle al estado, el gobernador electo Mario López Valdez.

Tal como lo prodigó en el discurso largo de una campaña de cuatro años que inició a partir del 2006, hasta conseguir la candidatura y ganar la elección cuatro años después, el pasado 4 de julio.

Superando los obstáculos que materialmente lo obligaron a abandonar el PRI, López Valdez alcanzó la meta final al encabezar la coalición pluripartidista opositora y obtuvo un triunfo electoral que nadie le cuestiona.

La estrategia de construir sobre sus bases y poner la política al servicio de los sinaloenses, el futuro gobernante lo reitera, en el marco de los foros de consulta y participación ciudadana, a partir del primero, realizado en Culiacán el día 21 anterior, en la temática de su Plan de Gobierno 2011-2016.

Pero para este buen buscador de la victoria el reto que hoy le espera es ser mejor gobernante, como en sus apreciaciones teóricas lo contempla, y de ahí que se proponga edificar sobre la práctica: gobernar con la aceptación y el respaldo popular.

Ese es el reto y en ese sentido va su convocatoria, cuando manifiesta que el desarrollo del estado es una tarea que “a todos nos compete”, y si el desarrollo de Sinaloa es tarea de todos, expresa “que hoy es tiempo que la sociedad hable y proponga.”

Por añadidura. No sería esta la primera vez que la sociedad hable y proponga ni será la última tampoco que el conglomerado social exija, otras y mejores condiciones de vida para su desarrollo, lo que implica, el interés de todo mandatario, es lo que pueda hacer de su gobierno para acercarlo y servirle al pueblo, y Malova no puede ser la excepción y menos mantenerse al margen.

Porque no hay político que ignore o los gobernantes no tomen en cuenta la demanda social, como es el caso, y en ese campo López Valdez no está fuera de contexto. Pero ningún gobierno será tampoco de excepción, en tanto no contribuyan al mejoramiento y alcancen acentuadas transformaciones de beneficio sociales para los gobernados.

Ese es el reto de Malova.

La Guerra…

Lo único cierto de la guerra contra el narcotráfico es que las muertes no paran, la violencia se recrudece y el crimen organizado mantiene al país tinto en sangre y en vilo la seguridad.

Decir que el gobierno va ganando la guerra al crimen organizado sería falto de sensatez afirmarlo. Las últimas matanzas múltiples lo confirman.

Adjudicarle al gobierno un triunfo sobre la violencia es caer en una especie de miopía, que observa en suerte y le da crédito a priori a la estrategia gubernamental, pero no contempla a distancia, los daños colaterales ni de fondo que carcomen la credibilidad hacia las instituciones involucradas en combatir al narcotráfico.

Si en esta guerra la estrategia es que se enfrenten entre si las organizaciones rivales por el control de territorios y el trasiego de las drogas, el gobierno entonces es el protagonista menor y la parte más débil del combate. El trabajo de limpieza de combatir al crimen con el crimen lo hacen los cárteles al costo mayor por obtener la supremacía.

En los cuatro años del gobierno de Felipe Calderón las más de 28 mil muertes hablan de sus acciones fallidas. Confirman la ineficacia oficial en contra de la violencia, y desmerecen la intención gubernamental de levantarle una barrera infranqueable al crimen organizado, ante una población atónita, que observa al cuerno de chivo como el único instrumento del poder en el país.

A cuatro años de iniciado el combate no se ve que la violencia disminuya, al contrario, el crimen organizado avanza de manera alarmante en México y los resultados de esa campaña en su contra no pueden presumirse por por sus índices negativos.

Esta guerra ha sido larga y más se prolongará mientras más tarde el gobierno para ejercer un eficiente control sobre los grupos delictivos y pueda regresar a las calles la tranquilidad que las poblaciones afectadas demandan.