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El regreso de la Ciudad de México al color amarillo del semáforo epidemiológico, aun cuando la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, sostenga que en los hechos no se requiere de un cierre de actividades, constituye una mala noticia para la estrategia contra la pandemia de Covid-19, cuyas causas deberán ser explicadas justo cuando disminuye el ritmo de vacunación.
De bote pronto, hay que puntualizar que el retorno gradual a clases presenciales en el Valle de México, columna vertebral del semáforo verde que entró en vigor hace apenas 13 días, luego de los comicios que reconfiguraron el equilibrio político del país, no tuvo oportunidad de consolidarse por la detección de casos positivos en escuelas de la capital. No sorprende, por ello, que las autoridades determinaran suspender la actividad en aulas de nivel básico y normal. En el Estado de México, la asistencia a los salones no superó 15% el lunes.
El color amarillo tiene muchas implicaciones que veremos en los próximos días. Si contribuye a golpear las expectativas de crecimiento económico en la Ciudad de México, también es una señal negativa al resto del país, donde la Secretaría de Salud advirtió que se rompió la tendencia general a la baja de 21 semanas por el aumento de contagios en Quintana Roo, Yucatán, Baja California Sur, Campeche, Sinaloa y Veracruz. Llegó el momento de rectificar; esperemos que las autoridades acierten en las medidas a seguir. |
